Los pueblos de las
diversas culturas y civilizaciones andinas manejaron un calendario que fijaba
con exactitud los diferentes equinoccios y solsticios con los que median el
tiempo y que dio origen a diferentes celebraciones y fiestas de carácter
eminentemente agrario vinculadas al culto de los astros tutelares como el Sol y
la Luna así como a los cuatro elementos de la naturaleza, agua, fuego, tierra y
aire.
En el Perú en lo
que fue el imperio inca o Tahuantinsuyo el 21 de diciembre durante el segundo
solsticio del año que para el hemisferio sur es el solsticio de verano se celebraba
el Capac Raymi, una fiesta religiosa prehispánica en honor al Hijo del Sol o su
emperador, donde se realizaban sacrificios de animales, se bebía chicha de
jora, se mascaba coca y
se bailaba. Diciembre correspondía al primer mes del calendario inca. En
este mes se reunían las cenizas de los sacrificios y las arrojaban a los ríos
para que estos las llevasen al mar, a una de sus máximas deidades Viracocha,
como el retorno de todo a su creador.
En el Reino
de Quito en los Andes Septentrionales en lo que hoy actualmente es Ecuador
durante el Solsticio de Verano, por ser la fecha en que el Sol alcanza la
máxima distancia de alejamiento del centro equinoccial de la Tierra se
celebraba el Kitwa Raymi o la Fiesta del Resplandor Solar, donde se tenía al Sol
como el astro divino dador de energía vital, figura de primordial importancia
en su cosmovisión y ritualidad lo cual se evidencia en la actualidad por la
representación o iconografía solar que se encuentra presente en múltiples
vestigios arqueológicos, cerámicos, textiles, petroglifos, orfebrería, siendo
muchos los templos o adoratorios que debieron existir dedicados a esta deidad
tutelar, la mayoría destruidos tanto durante la expansión imperialista incásica
como la posterior conquista y coloniaje español, tanto para sustraer sus
riquezas e imponer su cultura, ritos y deidades, como para mantener sin
identidad y capacidad de rebelión a los pueblos conquistados.
Cuenta la
tradición oral, que los mayores engalanaban a las futuras generaciones con
obsequios propios de la Pacha Mama o Madre Tierra, celebrando el ritual de la
dotación simbólica a los recién nacidos, de prendas de vestir, los valores más
preciados, los útiles y herramientas más esenciales para que ellos sean los
continuadores de su compromiso natural adquirido en la vida y que los irían
transmitiendo de generación en generación. Este acto de ofrenda a los menores,
se tradujo en base al compromiso y la participación reciproca de todos los
integrantes de la comunidad en intima relación con el Sumak Kausay o Buen
Vivir.
En la actualidad
por la sobreposición cultural religiosa judeocristiana muchas de estas
milenarias manifestaciones ancestrales de los Pueblos y Nacionalidades Andinas
han desaparecido o han sido remplazadas por la Navidad o paradójicamente en nuestro
país se celebran por situaciones de desconocimiento de nuestra verdadera
historia e impulsados por un auge propagandístico amarillista turístico, todas
aquellas manifestaciones pertenecientes a los incas y no a la de las culturas
precolombinas originarias del Ecuador, folclorizando y afectando negativamente a
nuestro real y milenario patrimonio cultural material e inmaterial.
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