Lo conocí hace ya casi 25 años, en ese ir y venir de los
artistas populares y artesanos ecuatorianos de feria en feria, de ciudad en
ciudad, en ese duro peregrinar de
quienes en base a su imaginación y tesón le dan identidad y vida a nuestra
cultura.
Jorge Reascos, prolífico artista de un mágico mundo donde con
sus hábiles manos transformaban las pequeñas semillas de numerosos frutos en
canastitas, animalitos, en formas y figuras en miniatura, apasionado de la vida
en sus obras se reflejaba la ternura.
Nunca lo vi triste, con una fácil sonrisa y sus tiernas
palabras nos alegraba el día, trabajo duro durante gran parte de su vida como
chofer, profesión que le permitió dar sustento a su familia, fue un ejemplo de
lucha y dedicación para sus hijos y cuando se jubiló se dedico a ese don que
los Dioses Andinos le habían brindado, a fabricar universos en miniatura que
cautivaban a grandes y pequeños.
En esas largas charlas que tuvimos entre viaje y viaje o
acomodando nuestros productos de feriantes me contaba que había nacido en el
Carchi, aunque de niño llego a Quito donde se educo y formo su familia con una
buena mujer a la que idolatraba, se asentó en el tradicional barrio de la
Ferroviaria donde fue un referente de buena vecindad.
Amigo solidario que siempre estuvo presto a brindar su ayuda
y dar su mano a quien requería su apoyo o sabios concejos, aun resuenan en mi memoria
los ecos de su alegre risa, de sus bromas y anécdotas con ese humor típico de
quienes tienen una alma generosa y noble, fuerte como un roble hizo frente a
los sinsabores y amarguras, a las duras pruebas que a veces nos presenta la
vida, hace algún tiempo su memoria voló hacia sus mágicos mundos de ensueño y
sin querer empezó a olvidarnos y a olvidarse de quien era.
Hoy me llego la noticia que decidió partir al infinito,
seguramente a Dios le faltaba un ayudante para seguir edificando el mundo, para
construir pequeñas ilusiones de aquellas que le dan sentido a nuestra vida,
seguramente allá en la eternidad y paz justamente ganadas Jorge Reascos estará alegrando
al Cielo.
Juan Acosta Salazar.