COMPLEJO ARQUEOLÓGICO MONUMENTAL "PIRÁMIDES DE COCHASQUÍ" |
PATRIMONIO CULTURAL Y TURISMO
Olga Pizano Mallarino
INTRODUCCIÓN
La relación entre el patrimonio
cultural y el turismo ha sido motivo de preocupación para los especialistas de
uno y otro sector, quienes durante varias décadas en múltiples seminarios,
reuniones de expertos y reflexiones académicas han tratado de encontrar la
solución para conciliar los intereses de la creciente industria del turismo y
la conservación de los bienes culturales.
Ya en 1967 en la reunión sobre
conservación y utilización de monumentos y lugares de interés histórico y
artístico que tuvo lugar en Ecuador y cuyos resultados quedaron adoptados en
las Normas de Quito, se abordó el tema específico de la función que los
monumentos de interés artístico e histórico tenían en el desarrollo de la
industria turística en los países americanos.
Sin embargo, a pesar de existir la
conciencia del estado de abandono en que se encontraba el patrimonio cultural
en ese momento, los especialistas hicieron explícita su preocupación del
impacto y los riesgos que conllevaría vincular los valores propiamente
culturales con los intereses turísticos.
En los años siguientes se avanzó en
la discusión sobre el tema y se hizo énfasis en los riesgos existentes para la
conservación del patrimonio, un poco en contravía con la cada vez más grande e
importante empresa del turismo.
Sin embargo hoy,
cuando la sostenibilidad del patrimonio cultural en el marco del desarrollo
económico y social se concibe principalmente relacionada con el turismo, es
necesario entender que ésta interacción es dinámica y está en continuo cambio y
genera para ambos oportunidades y desafíos así como potenciales situaciones
conflictivas1
.
El concepto de bien cultural
entendido de manera más amplia y contenedora permite que sea interpretado como
un recurso turístico de gran potencial. La pregunta es como puede lograrse una
interacción adecuada entre los valores del patrimonio cultural y el turismo que
permita avanzar en la conservación de los bienes culturales y en el desarrollo
económico y social de los países.
EVOLUCIÓN CONCEPTUAL DEL
PATRIMONIO CULTURAL
La valoración de los bienes
culturales se ha dado en concordancia con la evolución que ha tenido la noción
de patrimonio cultural desde su aparición en el siglo XIX en Europa. Es así
como el término original de monumento histórico es reemplazado hoy por el de
bien cultural y los límites entre el patrimonio cultural y la cultura en sí
misma, se hacen cada vez más difusos.
Las obras de arte han sido
valoradas, reunidas y conservadas desde la antigüedad. Sin embargo, el
reconocimiento de testimonios o documentos significativos de la actividad
humana como objetos valiosos por su naturaleza, es un fenómeno reciente.
El concepto de
patrimonio histórico aparece en el siglo XIX cuando se realiza una reflexión
crítica del pasado cultural que reconoce los valores históricos, artísticos o
culturales de una obra de arte o bien cultural, es decir cuando se le otorga un
significado particular que lo diferencia de otro tipo de objetos2.
Es precisamente durante el
Romanticismo que se consagra la noción de monumento histórico que evoluciona
hacia el concepto mas comprensivo de bien cultural que se abarca las manifestaciones
y expresiones significativas de la cultura humana, en coincidencia con la
transformación historiográfica que se dio durante la segunda mitad del siglo
XX, cuando se dejaron de valorar especialmente los grandes acontecimientos
políticos y los héroes y se dio importancia al hombre y a su existencia, así
como a los procesos sociales y a lo cotidiano.
En la mayoría de los países de la
región latinoamericana en términos generales la denominación de patrimonio
cultural se utiliza como el marco general que comprende los conceptos de
monumento y bien cultural, material e inmaterial.
La noción de monumento aparece en
los países de la región durante la primera mitad del siglo XX para señalar
principalmente el patrimonio arqueológico y los bienes culturales muebles e
inmuebles con valores monumentales y nacionales, relacionados con hechos
sobresalientes y personajes destacados de la historia de los países.
Actualmente se considera que el
patrimonio cultural en términos generales está conformado por los bienes de
interés cultural, noción más amplia y contenedora que permite la valoración y
protección de las manifestaciones culturales en general y comprende diferentes
categorías como son los bienes muebles e inmuebles, entre otros.
En el marco de una
definición mas amplia de cultura el patrimonio cultural3 se
entiende como el conjunto de manifestaciones culturales materiales e
inmateriales que una sociedad hereda, interpreta, dota de significado, se
apropia, disfruta, transforma y transmite; es referencia para la identidad,
fuente de inspiración para la creatividad y sustento para las proyecciones de
futuro de los individuos4.
En la medida en que
se amplía la noción de patrimonio y el término se aplica a todas las
expresiones culturales, los límites entre el patrimonio cultural y la cultura
en sí misma se hacen cada vez más difusos, lo que hace pensar que en un futuro
próximo se pretenderá conservar la cultura, no solamente el patrimonio5.
Esta nueva aproximación al
patrimonio hace evidente el gran potencial que tienen los bienes culturales
como recursos turísticos.
RECURSO CULTURAL Y HERENCIA
El uso de las denominaciones de
bien cultural y patrimonio cultural ha tenido cambios que coinciden
probablemente con la visión que se tiene en el momento sobre la función
presente y futura de la cultura.
La denominación de bien cultural
(cultural property en ingles) entendido como recurso cultural que hace
referencia a los derechos de propiedad y al valor comercial, aparece por
primera vez después de la segunda guerra mundial en la Convención de la Haya en
1954 y se usa hasta finales de la década de 1960, cuando en la Convención
Europea para la protección del patrimonio arqueológico se introduce la
denominación de patrimonio cultural que tiene implícita la noción de herencia y
por lo tanto la de transmisión a las generaciones futuras.
Desde entonces, en
los instrumentos internacionales el término bien tiende a se reemplazado por
patrimonio, por ejemplo en la convención del patrimonio mundial de UNESCO6.
Las Normas de Quito tuvieron una
influencia importante en los instrumentos normativos que regulan el patrimonio
cultural de los países de la región, en cuanto a la consideración del
patrimonio cultural como recurso económico vinculado con el turismo.
La noción de herencia asociada con
la transmisión a las generaciones futuras está explícita en la legislación de
algunos países. Asimismo al adoptar por ley nacional la Convención para la
protección del patrimonio mundial cultural y natural, se incorpora a la
legislación cultural de los países este compromiso hacia las próximas
generaciones.
Es así como en diferentes momentos
se ha puesto en evidencia el valor económico de los bienes culturales, lo que
conlleva su potencial como recursos turísticos, que si se gestionan
adecuadamente deben aportar beneficios a la comunidad y proporcionar medios y
motivaciones para su conservación
.
PRESENCIA INTERNACIONAL
La revisión de
algunos de los instrumentos internacionales7 para la
protección del patrimonio permite entender cómo la necesidad sentida por la
comunidad internacional de conciliar los intereses de la creciente industria
del turismo y la conservación de los bienes culturales ha dado como resultado
una serie de convenciones, cartas y documentos que reflejan las preocupaciones
del momento, y a la vez hacen recomendaciones para lograr la sostenibilidad del
patrimonio a través de un turismo cultural planificado y acorde con los principios
aceptados mundialmente para la conservación de los bienes culturales.
En 1967 se llevó a cabo en Quito la
reunión sobre preservación y uso de los monumentos y sitios con valores
históricos y artísticos, la cual dio como resultado las Normas de Quito,
documento en el que se reconoce la abundancia de monumentos y sitios que
conforman el patrimonio cultural de los países americanos y se refiere a
importantes aspectos de la conservación como son el valor económico del
patrimonio y el turismo cultural, entre otros y subraya el potencial de uso y
valor del patrimonio cultural.
En 1972 la Conferencia general de
UNESCO adoptó la Convención para al protección del patrimonio mundial cultural
y natural, por medio de la cual se promueve una perspectiva internacional del
patrimonio cultural mediante la invitación a los países miembros a presentar
inventarios de los bienes que conforman su patrimonio cultural y natural para
ser incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial. Así mismo impulsa los
esfuerzos nacionales para proteger el patrimonio y el reconocimiento
internacional y la cooperación para su conservación, pues considera que la
desaparición de un bien de interés cultural o natural con valores universales
es una pérdida para toda la humanidad.
La Convención define los bienes
culturales pertenecientes al patrimonio de la humanidad como monumentos,
conjuntos y lugares. Con el pasar de los años y la evolución conceptual del
patrimonio, estas definiciones se han enriquecido y hoy se incluyen además los
paisajes culturales.
Cuando un Estado Parte propone la
inscripción de un bien en la Lista del Patrimonio Mundial porque considera que
sus valores son de interés para toda la humanidad y que cumple con las
condiciones de singularidad y autenticidad, a la vez adquiere el compromiso de
conservarlo, mediante la adopción de medidas legales, institucionales y de
manejo.
La experiencia ha demostrado que en
el caso de la inscripción de una ciudad histórica en la Lista, es fundamental
involucrar a la población local de manera que se logre una participación activa
de la comunidad en su mantenimiento y puesta en valor que garantice su
conservación a largo plazo.
La declaratoria como
Patrimonio de la Humanidad constituye un gran estímulo para los habitantes
locales y para el país, puesto que significa el reconocimiento de la comunidad
internacional de los valores culturales del sitio y los beneficios dependen en
gran parte en que se logre la apropiación social del patrimonio por parte de
los habitantes y que los resultados económicos generados por ejemplo a través
del turismo, puedan contribuir al mejoramiento de su calidad de vida8.
En la Carta de Turismo cultural de
1976 quedaron registradas las conclusiones de un seminario internacional sobre
turismo contemporáneo y humanismo promovido por el Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios ICOMOS. En ella se promueve una aproximación hacia el
turismo cultural que reconoce los monumentos y sitios como fuente de beneficio
económico y educación cultural y se señala la necesidad de educar a los
turistas, especialmente a los niños sobre el valor de los monumentos y
capacitar a los responsables del desarrollo y puesta en marcha del uso
turístico en los sitios patrimoniales.
La autenticidad ha sido en los
últimos años uno de los temas centrales en relación con la conservación del
patrimonio cultural. El Documento Nara de Autenticidad, que recoge las
conclusiones del simposio adelantado por ICOMOS en 1999 en Japón, parte de la
Carta de Venecia pero tiene una visión más amplia. Enfatiza la necesidad de
respetar otras culturas y los bienes materiales e inmateriales que conforman su
patrimonio. El documento no establece criterios fijos para juzgar el valor y la
autenticidad de los bienes culturales sino propone que estos sean evaluados en
el contexto al que pertenecen, establece que la responsabilidad de la
protección y el manejo del patrimonio corresponden a la cultura que lo produce.
Como respuesta a la amenaza a la
integridad y supervivencia del patrimonio cultural por causa de la
globalización, la Asamblea General del ICOMOS adoptó en 1999 en México la Carta
Internacional de Turismo cultural: Manejo del turismo en los sitios de interés
patrimonial en la que se reconocen los beneficios económicos y didácticos del
turismo y se trata de encontrar equilibrio entre las demandas de la industria
del turismo y la conservación del patrimonio cultural. En la carta se proponen
entre otros, los siguientes principios: 1. Desde que el turismo nacional e
internacional se ha convertido en uno de los más importantes vehículos para el
intercambio cultural, debería proporcionar oportunidades a los integrantes de
la comunidad anfitriona, así como proporcionar a los visitantes la experiencia
y comprensión inmediata de la cultura y patrimonio de esa comunidad. 2. La
relación entre los sitios de patrimonio y el turismo es una relación dinámica
que debe gestionarse de modo sostenible para la presente y las futuras
generaciones. 3. Los programas de promoción del turismo deben proteger y
realzar las características del patrimonio natural y cultural.
La Carta de Cracovia sobre
los principios para la conservación y restauración del patrimonio construido
adoptada en 2000, a pesar de aceptar los aspectos positivos en la economía
local, considera el turismo cultural como un riesgo, para lo cual recomienda
anticipar sistemas apropiados de prevención y crear planes de actuación de
emergencia.
A partir de la
Recomendación para la protección de la cultura tradicional y el folclor de
1989, la Convención para la protección del patrimonio cultural inmaterial
adoptada por la Conferencia General de UNESCO en 2003, establece las medidas
que los estados deben adoptar para la protección del patrimonio cultural
inmaterial9.
La convención define el patrimonio inmaterial y recomienda las maneras para
conservarlo. La Convención crea el Comité Intergubernamental para la protección
del patrimonio inmaterial y establece un fondo para asistencia financiera.
Es así como en el marco de los
principios adoptados o reconocidos por la comunidad internacional, en cada país
se han adoptado los instrumentos internacionales de protección mediante leyes
nacionales y se han creado un marco legal y una infraestructura administrativa
para el manejo y desarrollo tanto del patrimonio como del turismo, de acuerdo
con su propia realidad.
En Colombia por ejemplo en
desarrollo de la Constitución Política de 1991 se han adoptado las leyes
General de Cultura (Ley 397 de 1997 y General de Turismo (Ley 300 de 1996), y
la Convención del Patrimonio Mundial y la Convención para la protección del
patrimonio mundial inmaterial entre otras, han sido adoptadas mediante leyes
nacionales. En 1997 se creó el Ministerio de Cultura y recientemente el
viceministerio de turismo en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en
reemplazo del Instituto Colombiano de Cultura y de Corporación Nacional de
Turismo, respectivamente. Asimismo las entidades territoriales y locales tienen
dependencias para el manejo del turismo y la cultura, por ejemplo en Bogotá el
Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
En el marco del Plan Nacional de
desarrollo 2003-2006 Hacia un Estado Comunitario (Ley 812 de 2003), los
ministerios de Cultura y Comercio, Industria y Turismo diseñaron conjuntamente
en 2005 la política de turismo cultural Identidad y desarrollo competitivo del
patrimonio colombiano para el mundo con el objetivo de posicionar a Colombia, a
partir de su diversidad cultural, como un destino de turismo cultural interno y
externo, a través del cual se generen dinámicas de desarrollo local sostenible.
Hace énfasis en la competitividad del patrimonio y la identidad de las
regiones. Asimismo los dos ministerios han celebrado conjuntamente el Día
Nacional del Patrimonio Cultural y el Día Mundial del Turismo. La campaña de
promoción turística "Vive Colombia viaja por ella" impulsa los
productos de historia y cultura; ferias y fiestas, y ciudades históricas y
resalta los valores culturales del país y su posibilidad de disfrute turístico.
Esto evidencia el interés cada vez
mayor de consolidar la relación entre los sectores encargados del manejo de la
cultura y el turismo.
LA CIUDAD COMO BIEN CULTURAL Y
RECURSO TURÍSTICO
La ciudad es el
lugar de encuentro y escenario de la vida cotidiana, del amor, del trabajo y de
la creación10.
Es en donde se dan y conviven múltiples expresiones culturales, tanto
materiales como inmateriales.
Actualmente se
entiende la ciudad en conjunto como un bien cultural en donde adicionalmente a
la valoración del patrimonio urbano basada en los valores artísticos,
testimoniales y documentales de los edificios y espacios públicos, se incluyen
además las expresiones culturales inmateriales que por lo general tienen una
relación esencial con el patrimonio construido. Por ejemplo las procesiones de
Semana Santa o las fiestas populares difícilmente podrían separarse de la
escenografía propia que conforman los edificios patrimoniales para sus
recorridos o celebraciones. En su conjunto la ciudad se constituye en la más
grande obra de arte creada por el hombre como dijera el escritor norteamericano
Lewis Mumford11.
Al ser considerada en su concepción
mas amplia y contenedora la ciudad histórica como un bien cultural, ya sea el
centro fundacional de una metrópoli de varios millones de habitantes, una
ciudad histórica de tamaño mediano en donde se dan la mayoría de las
actividades urbanas o un poblado de interés patrimonial, se constituye en un
recurso turístico muy atractivo y con un gran potencial.
Hoy la conservación
del patrimonio construido no se concibe sin que la sostenibilidad sea el factor
mas importante y generalmente se incluye el turismo con una herramienta
fundamental para lograrla. Puede considerarse superada la afirmación de Néstor
García Canclini cuando decía que en los estudios y debates sobre al modernidad
latinoamericana la cuestión de los usos sociales del patrimonio seguía ausente.
Que pareciera que el patrimonio histórico fuese competencia exclusiva de
restauradores, arqueólogos y museólogos: los especialistas del pasado12. Hoy el
trabajo interdisciplinario se considera fundamental.
De otra parte, la conservación del
patrimonio cultural no tendría sentido si no se tiene en cuenta a la sociedad
que lo disfruta y cuida para que le sirva de identidad. En este sentido debe
ser prioritario el uso de la ciudad por parte de los habitantes permanentes,
así como su desarrollo social y económico, y el estímulo para que a través de
la apropiación social del patrimonio conserven su cultura y puedan también
compartirla con los visitantes.
La fragilidad del patrimonio
cultural como recurso no renovable es un hecho que debe estar siempre presente.
En la actualidad frecuentemente aparecen reconstrucciones arquitectónicas y réplicas
tanto del patrimonio material como inmaterial, en donde definitivamente se
pierde la noción de autenticidad, entendida como la veracidad de las fuentes de
información que nos permiten entender el origen y desarrollo de los bienes
culturales.
Asimismo tradiciones y costumbres
que han sido transmitidas de generación en generación se han transformado o
desaparecido para adaptarse a las demandas de los visitantes, lo cual desvirtúa
sus valores y atractivo turístico.
Es necesario crear conciencia sobre
la importancia de conservar los valores culturales, lo cual redundará en la
sostenibilidad del patrimonio cultural y a largo plazo conservará igualmente el
interés de los turistas por el lugar.
RECONOCIMIENTO DE LOS VALORES
CULTURALES
El reconocimiento
de los valores culturales tradicionalmente se hace a través de una
declaratoria. Cuando es por parte de la comunidad internacional con la
inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en la que
actualmente hay 830 bienes que se consideran con valores universales13 ; en el
ámbito nacional mediante la declaratoria como Monumento Nacional o bien de
interés cultural de carácter nacional (Por ejemplo en Colombia hay actualmente
mas de 1.200 bienes declarados), y en el nivel local en donde se le otorga al
bien cultural el tratamiento de conservación.
Estas declaratorias traen como
consecuencia una mayor difusión de los lugares patrimoniales, hoy en especial a
través de INTERNET, lo que muchas veces significa un incremento en el número de
visitantes, que debe ser debidamente planeado y aprovechado para el desarrollo
de las comunidades locales y la conservación de los bienes patrimoniales.
La visita turística a las ciudades
declaradas patrimonio de la Humanidad tiene diferentes intensidades y efectos.
En algunas, debido a su aislamiento, el flujo turístico no tiene una
importancia demasiado grande. En otras el impacto ha sido positivo gracias al
desarrollo de sistemas de gestión que contribuyen al financiamiento de la
conservación del patrimonio construido.
En ocasiones la explotación
excesiva de un recurso ha producido su deterioro o incluso la desaparición de
algunos de sus componentes, lo cual ha hecho necesario tomar medidas para restringir
las visitas o suprimirlas y en algunos casos se ha llegado a proponer incluso
construir réplicas abiertas al público de manera tal que el bien original pueda
conservarse adecuadamente.
Asimismo en ocasiones el turismo ha
producido graves distorsiones en las funciones de la ciudad histórica. Sin
embargo, es a través de la planificación y elaboración de planes de manejo en
los que se concilien las diferencias entre los sectores de la cultura y el
turismo, como se logrará avanzar en la conservación de los bienes culturales y
en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes.
En Colombia, el centro histórico de
Santa Cruz de Mompox de origen colonial, fue inscrito en la Lista del
Patrimonio Mundial en 1995. En el proceso que se llevó a cabo por parte de las
autoridades nacionales y locales para elaborar la propuesta que se presentó
para tal fin al Comité del Patrimonio Mundial, se hizo partícipe del proceso a
la comunidad y siempre pusieron de presente los riesgos de esta declaratoria
para el patrimonio cultural, que hasta ese momento se había conservado de
manera extraordinaria por el aislamiento al que se había visto sometida la
ciudad desde el siglo XIX cuando el río Grande de la Magdalena cambió de curso.
La gran expectativa de la comunidad para su desarrollo estaba centrada en el
turismo que generaría la inscripción.
Después de varios años se puede
observar que por diferentes razones el número de visitantes no aumentó
significativamente y Mompox sigue en el aislamiento pues se suprimieron los
vuelos y las vías son difíciles de transitar. Sin embargo en la segunda parte
de la década de 1990, a través de INTERNET se difundió la noticia que Mompox,
patrimonio de la humanidad, era el sitio en el mundo en que mejor se vería un
eclipse que por esos días tendría lugar. Es así como un gran número de
visitantes llegó al centro histórico, es decir, el tan esperado turismo
internacional. Estos turistas en su mayoría jóvenes europeos y norteamericanos,
no tuvieron ningún intercambio cultural con los habitantes ni aportaron nada a
la comunidad. Estuvieron una noche, dejaron las calles y plazas llenas de latas
de cerveza y al día siguiente los momposinos tenían claro que en adelante no
querían centrar sus expectativas en el turismo y menos de ese tipo. Sin
embargo, una década después se considera fundamental que se fortalezca el
turismo en forma planificada y que se rompa el aislamiento que como un sino ha
estado siempre presente en la historia de Santa Cruz de Mompox.
UNA MIRADA HACIA EL FUTURO
El turismo tiene efectos positivos
y negativos sobre el patrimonio cultural. Es precisamente a través de la
valoración y difusión de los bienes culturales que se logrará promocionarlos
como productos turísticos atractivos, no solamente para los visitantes internacionales
sino también para el turismo doméstico
.
Es necesario identificar y
canalizar los riesgos para evitar por ejemplo el desplazamiento de los
habitantes permanentes; el deterioro por sobre uso de los edificios y espacios
públicos; los cambios de uso que afectan las estructuras patrimoniales por no
ser compatibles; las modificaciones de las costumbres y tradiciones; y en
especial la conversión de estas ciudades en lugares artificiales mediante
imitaciones y réplicas de las diferentes expresiones culturales originales
desde la arquitectura hasta las costumbres y tradiciones.
El principal reto que se enfrenta
hoy es conciliar los intereses de la industria turística y la conservación de
los bienes culturales de manera tal que se logre la sostenibilidad de los dos
sectores, así como el disfrute por parte de la sociedad actual y la transmisión
a las próximas generaciones de un patrimonio cultural enriquecido y en buen
estado de conservación.
Para terminar
quiero compartir con ustedes el siguiente pensamiento que encontré el libro El
arte del peregrinaje de Phil Cousineau:14
Los viajes y la espiritualidad han
estado relacionados desde la antigüedad. En la mayoría de las religiones
importantes del mundo existe la tradición de recorrer grandes distancias hasta
sitios sagrados para sanar el cuerpo, la mente o el espíritu. La visita a un
sitio patrimonial por parte de un turista o viajero, podría tener los mismos
efectos que para un peregrino tiene la visita a un lugar sagrado. Lo que
distingue a un peregrino de un turista común es el sentido de respeto y
reverencia por su destino y el deseo de crecer y renovarse espiritualmente en
cambio de solamente divertirse y entretenerse.
Sueño con que la visita a un sitio
patrimonial por parte de un turista o viajero tenga los mismos efectos que para
un peregrino tiene la visita a un lugar sagrado y que además, pueda disfrutar
los bienes culturales y divertirse.
La Corporación para la Promoción Cultural y Turística del Ecuador "PROCULTUR", espera que análisis profesionales y técnicos como el presente documento, inspiren y aporten para un manejo sustentable del Patrimonio Cultural y Natural, en sitios donde la improvisación e inobservancia de los Convenios Nacionales e Internacionales suscritos por el Ecuador puedan causar impactos negativos y daños irreparables.
BIBLIOGRAFÍA
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COOPERACIÓN INTERNACIONAL, UNIVERSIDAD DE ALCALÁ E INSTITUTO GUATEMALTECO DE
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Notas:
1 COMOS. Carta de
Turismo Cultural. México, 1999.
2 GONZALEZ VARAS,
Ignacio. Conservación de bienes culturales. Teoría, historia, principios y
normas. Manuales Arte Cátedra. Ediciones Cátedra. Madrid, 1999.
3 Declaración
universal sobre la diversidad cultural. UNESCO, 2001. La cultura entendida como
el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales
y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca,
además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir
juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.
4 PIZANO
Mallarino, Olga. Fiestas y patrimonio cultural. En: La Fiesta, la otra cara del
patrimonio. Valoración de su impacto económico, cultural y social. Convenio
Andrés Bello. Bogotá: OP Gráficas, 2004.
5 STANLEY-PRICE,
Nicholas. Entrevista realizada por Olga Pizano Mallarino para la Revista
Apuntes. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2004. (Documento sin
publicar)
6 Nicholas
Stanley Price, Editorial, en Boletín ICCROM No.29. Roma, 2003
8 CRESPO, Hernán.
Repercusión económica y cultural de la declaración como "Ciudad Patrimonio
de la Humanidad" por la UNESCO. En: AGENCIA ESPAÑOLA PARA LA COOPERACIÓN
INTERNACIONAL, UNIVERSIDAD DE ALCALÁ E INSTITUTO GUATEMALTECO DE TURISMO. El
impacto del turismo en el patrimonio cultural. La Antigua Guatemala, 1996.
9 Las tradiciones
orales, expresiones, lengua, artes escénicas, prácticas sociales, rituales,
fiestas, artesanía tradicional y el conocimiento y manejo de la naturaleza y el
universo.
10 BOTERO, Darío
y Ricardo SÁNCHEZ. Revista Politeia No. 17.
11 SALMONA,
Rogelio. La poética del espacio. En: GIRALDO, Fabio y Fernando VIVIESCAS.
Pensar la ciudad. CENAC. 1996,
12 GARCÍA
CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la
modernidad. Editorial
Grijalbo, México.
14 COUSINEAU, Phil. The Art of Pilgrimage. Conari Press. 2000